La retirada de Windows XP afectará al 95% de los cajeros automáticos
Microsoft ha advertido sobre la importancia de actualizar los dispositivos a nuevos sistemas operativos,
Según NCR, el mayor proveedor de cajeros automáticos (ATM) de Estados Unidos ha señalado que el 95% de los ATM de todo el mundo funcionan con Windows XP, el sistema operativo que Microsoft va a jubilar. Aunque sorprenda, Windows XP, es el sistema operativo que corre detrás de esas pantallas azules con las que los clientes interactúan al sacar su dinero de los cajeros.
Microsoft ha advertido durante algún tiempo que desde el 8 de abril de 2014 dejará de ofrecer soporte técnico a este sistema operativo que ya tiene 12 años de vida. Desde ese momento, aunque Windows XP siga funcionando, todos aquellos dispositivos y aparatos que lo usen corren el riesgo de sufrir brechas de seguridad o fallos operativos. Es decir, el 95% de los cajeros del mundo sufrirán con la muerte de Widnows XP si no hacen algo antes.
Bloomberg Businessweek informa que si bien Microsoft ha cumplido con informar a sus clientes sobre este «deadline», la industria de los cajeros automáticos ha tardado mucho en reaccionar.
The Verge apunta que la mayoría de los ATM en Estados Unidos corren con una versión completa de XP, cuyo soporte culmina este año, y otro porcentaje trabaja con una versión Embedded de XP cuyo soporte se extiende hasta el año 2016.
El «envejecimiento» del sistema operativo se nota en el desempeño del cajero. Según exponen en Bloomberg Businessweek, las máquinas que cuentan con un sistema operativo más viejo son más lentas y el proceso de retirar dinero o realizar una operación bancaria es más frustrante
Por otra parte, el usuario también puede notar el mejor desempeño de un ATM con sistema operativo más nuevo. Por ejemplo, tiene pantallas táctiles y todo el proceso es más rápido.
Reporta Bloomberg que la mejor opción a la hora de actualizar para los fabricantes es el Windows 7. Sin embargo alertan que en algunas máquinas no bastará con actualizar el «software», sino que también tendrán que sufrir cambios físicos. Algunas, incluso, tendrán que ser desechadas. Este «cambio» se traduce en un «dolor de cabeza» para los bancos y fabricantes, dicen desde The Verge, sin embargo, es un gran beneficio final para el consumidor.